A lo largo de 13 capítulos de aproximadamente 50 minutos de duración he seguido con verdadero interés y pasión las andanzas de este heterogéneo grupo de policías de Baltimore, liderados por el Teniente Cedric Daniels (Lance Reddick) y el detective Jimmy McNulty (un excepcional Dominic West), durante su compleja investigación para tratar de acabar con la banda de Avon Barksdale (Wood Harris) y su mano derecha Stringer Bell (Idris Elba), quienes dirigen el tráfico de drogas en el distrito Oeste de la ciudad, imponiendo su ley sin importar a cuantos cadáveres dejan por el camino. Entre ambos bandos, tenemos a un temido y respetado criminal, Omar Little (Michael K. Williams) - un pedazo de personaje, por cierto -, un outsider, un espíritu libre que sigue sus propias reglas, y que según las circunstancias, no dudará en colaborar con unos o negociar con otros, o atacar a unos u otros.
McNulty es un detective de homicidios competente y profesional, pero con una desastrosa vida privada, algo ególatra, díscolo e inconformista y un pelín "tocapelotas" (o "mosca cojonera", como se prefiera), lo que le ha granjeado numerosas enemistades en el cuerpo de policía sobre todo la de su comandante y algunos de los jefes de los distintos departamentos, por apartarse de las directrices del cuerpo, no seguir el "procedimiento" o saltarse la escala de mando siempre en busca de la resolución de un caso. Tras perder en los tribunales un caso de homicidio en el que está involucrado D'Angelo Barksdale (Larry Gilliard Jr.) - sobrino de Avon Barksdale -, por la intimidación (y posterior asesinato) a los testigos del caso, decide ir a por el número uno de la organización criminal - que es casi un fantasma, sobre el que la poli carece de todo tipo de información, incluso de fotos - y acude a pedir ayuda a un juez, quien posteriormente, filtra el asunto a la prensa.
Ello obliga a los jefes del cuerpo de Policía a montar una brigada de lo más heterógeneo - más con la intención de cubrir el expediente, pero sin ninguna intención de resolver el caso en cuestión -, compuesta por policías de distintos cuerpos, la mayoría de ellos de dudosa competencia (los hay casi jubilados, borrachos, violentos, enchufados, expedientados...), o con un pasado oscuro, o que en algun momento de sus vidas han cabreado a sus superiores y han acabado en el rincón más oscuro del departamento. Dicha brigada deberá realizar una investigación, a través de escuchas telefónicas para tratar de acabar con el tráfico de drogas y sobre todo, resolver una serie de asesinatos atribuidos al clan Barksdale. Y estos policías (no todos) verán en este caso una nueva oportunidad de redimirse, de sentirse útiles, de sentirse al fin y al cabo policías, y con su trabajo irán poco a poco aportando su granito de arena y avanzando en la investigación, luchando por todos los medios para mantenerla abierta y acudiendo ante quien sea necesario para llegar a su objetivo.
Lo que más me ha gustado de la serie es el extremo realismo con el que muestra no sólo el trabajo de las fuerzas de la ley en su lucha contra el tráfico de drogas - y sobre todo, la multitud de trabas de todo tipo que lo dificultan y a las más adelante haré referencia -, sino también la descripción, cruda y descarnada, de los bajos fondos de Baltimore, de su forma de vida, de su peculiar jerga, y en especial, de la particular infraestructura criminal y métodos de trabajo de las mafias locales de distribución de drogas.
Olvidaros de CSI y series por el estilo. Aquí el caso no se resuelve en un capítulo de 45 minutos, tienes que verte los 13 capítulos de la serie para saber que pasa, sin perder ni un detalle de la minuciosa investigación (y por eso, el visionado de la serie puede costar un poco los primeros capítulos, pero el "esfuerzo" vale la pena). Aquí existe una gran escasez de medios técnicos: no hay lujosas y luminosas oficinas, sino un oscuro y lúgubre sótano, los informes se hacen con máquina de escribir, no hay ordenadores con grandes bases de datos (si los agentes quieren información de cualquier tipo deben mover el culo hasta los distintos registros y oficinas públicas). Los criminales no se desmoronan y confiesan en cuanto se ven acosados, sino que se cagan en tu puta madre y no sueltan prenda o se atribuyen cargos de los que son inocentes para proteger a su clan y además están defendidos por los mejores y más caros abogados, y muchas veces pese al gran trabajo policial realizado, siempre salen bien parados.
Y sobre todo, los policías tienen que luchar constantamente (acudiendo a jueces, al FBI...) para que sus jefes no les cierren la investigación, más preocupados de mantener sus apoltronados culos en sus asientos (o ascender en el escalafón de mando), de no incomodar a sus superiores, a los políticos, a la prensa o la opinión pública, importándoles un carajo el objetivo real de la investigación, y prefiriendo unas detenciones rápidas (con luz y taquígrafos, si es posible) de criminales de poca monta o articular apresuradamente cargos dificilmente sostenibles en un tribunal, eso sí, sin olvidarse de colgarse la medalla y salir en la foto.
Otro gran acierto de la serie es que no cae en el maniqueísmo fácil de buenos y malos, aquí es todo mucho más gris, la frontera entre el bien y el mal es muy difusa, y todos, tanto criminales como defensores de ley, pueden caer y de hecho lo hacen, en un lado u otro de la misma.
Así por ejemplo, en el lado de la ley, vemos policías que no dudan en saltarse la cadena de mando y ocultar información a sus jefes, pero también abundan los soplones y lameculos de sus superiores. No importa falsear las pruebas si la ocasión lo requiere o maquillar el asunto para los de Asuntos Internos, ni coger de estrangis un buen fajo de billetes si se da la oportunidad durante una redada o pegarle una buena mano de hostias al negrata de turno durante la detención o el interrogatorio.
Mientras tanto, en el lado de los criminales, vemos que siguen a ultranza valores como la nobleza, la confianza, la fidelidad, el respeto a la familia (no solo a la carnal sino también a la criminal), y en algunos casos el deseo de escapar del único mundo que han conocido y del que no quieren o no pueden salir. Son tremendamente organizados, cuidadosos y meticulosos, y siguen a rajatabla las reglas impuestas para evitar a la policía, algo que sin embargo, no puede decirse de muchos de los polis que pululan por la serie.
Y sobre todo, que magnificos personajes tiene esta serie, amigos. Desde los detectives McNulty, "Bunk" Moreland o "Kima" Greggs, al serio y adusto Teniente Daniels, pasando por el maquiavélico Stringer Bell o los Barksdale, Omar Little, el joven Wallace, el drogata Bubbles o los detectives Lester Freamon (un antiguo detective de homicidios relegado a la oficina de empeños) y "Prez" Pryzbylewski (un novato enchufado de incontrolable y agresivo carácter, que encuentra sus verdaderas habilidades en este caso), todos ellos son complejos y llenos de matices, y que además sus personalidades y roles en la historia van evolucionando conforme avance la investigación. Una verdadera gozada, si señor.
Ojalá el resto de temporadas (un total de 5) mantengan el nivel de esta excepcional primera entrega, porque creedme la empresa no es nada fácil. Por lo visto, las siguientes temporadas cambian totalmente de escenario, así por ejemplo, la 2ª temporada se centra en el puerto de Baltimore, en el contrabando de mercancías y los problemas de los sindicatos, la 3ª centra en sus políticos, las luchas por el poder y el liderazgo social, la 4ª en el sistema educativo y en la educación de los niños de los bajos fondos y la 5ª trata sobre los medios de comunicación de Baltimore.
Si no habéis visto esta serie, no dejeis de darle una oportunidad, merece muchísimo la pena.
3 comentarios:
Estoy de acuerdo en todo lo que dices. Para mí es una serie 10. Lo tiene todo. Por si te interesa, hace un tiempo hice una reseña de esta primera temporada:
http://elabismotedevuelvelamirada.blogspot.com/2009/02/puedes-sacar-un-negro-del-ghetto-pero.html
La segunda es igual de buena...
Gracias, le echaré un vistazo a tu entrada que seguro que es interesante, como siempre.
Voy a ver si un amigo me deja la segunda temporada, porque no puedo esperar a bajarmela. Es la hostia!
Voy a tener que ver esta serie que hasta Alan Moore habla bien de ella. Sólo he leído criticas positivas pero me da una pereza tener que poner a descargarme capítulos con los problemas que da mi ordenador... Y esa es la única solución para ver hoy en día un serie en condiciones, porque esperar a verla, en condiciones, en la televisión es una quimera.
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