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miércoles, 19 de diciembre de 2012

Furilo's WW II Posts: Los Gurkhas


Los Gurkhas son un pueblo originario de Nepal, que debe su nombre al santo guerrero hindú del siglo XVIII, Guru Gorakhnath, cuyos seguidores fundaron la dinastía de Gorkha, que fue a su vez fundadora del Reino de Nepal. Tienen su origen en una población de Rajastán, en el norte de la India, que emigró a Nepal en el siglo XVI. Su lengua, el gurkhalî, perteneciente al grupo indoeuropeo y similar al hindi, se convirtió en la lengua común de Nepal con el nombre de nepalés

Conocidos por ser feroces combatientes, empezaron a servir como soldados en el Ejército Británico en 1816, pero adquirieron prestigio y renombre mundial a partir de su participación en la Primera Guerra Mundial, en la que unos 200.000 Gurkhas lucharon en la mayoría de los escenarios de la contienda (por ejemplo, en Francia (Loos, Neuve Chapelle, Ypres...), Mesopotamia, Palestina, Persia, Turquía (Gallipoli), Grecia (Salonika)) haciendo famosos sus característicos y temidos cuchillos curvos (conocidos como kukris) y su grito de guerra, "Aayo Gorkhali" (Aquí vienen los gurkas).


La mítica ferocidad de estos soldados nepalíes se debe a su especialización en el combate cuerpo a cuerpo, para el cual utilizan su cuchillo característico, el kukri (en la imagen superior), que se ha convertido en su símbolo. Este inconfundible cuchillo, arma nacional del Nepal, tiene diversos tamaños, pero todos poseen en común la hoja curva que le caracteriza. Dicha hoja empieza en el mango con una forma redonda y estrecha que luego se ensancha en forma plana hasta terminar en una afilada punta. El borde interior de la hoja es romo y muy grueso, pero el exterior se mantiene afilado como una hoja de afeitar gracias al continuo afilado. La hoja está fabricada con acero de alta calidad y como el peso del arma está en su parte posterior, el kukri es muy eficaz cuando se lanza. Originalmente era un cuchillo de múltiples usos: puede ser empleado para excavar la tierra, para cortar leña y también como arma de combate muy eficaz. En espacios reducidos el kukri puede manejarse mejor que una bayoneta unida a un fusil y, además, las heridas que produce son más importantes. 


Desde los primeros días de su pertenencia al Ejército Británico, los Gurkhas han mostrado su afición a llevar el kukri en el cinto junto con las demás partes del equipo reglamentario, ya que en esta posición puede ser sacado rápidamente para ser utilizado. Aunque el kukri es un arma eficaz y que ha demostrado ser de utilidad en muchas ocasiones, su efecto psicológico en el combate ha sido enorme y en muchas ocasiones el enemigo ha preferido huir antes de hacer frente al cuchillo de los soldados nepalíes.

Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, había 10 Regimientos de Fusileros Gurkhas, con 2 batallones cada uno haciendo un total de 20 Batallones. Después de la evacuación de la British Expeditionary Force (BEF) en Dunkerque en 1940, el gobierno de Nepal se ofreció a aumentar el reclutamiento de tropas hasta incrementar a 35 el número total de Batallones de Fusileros Gurkha al servicio del Ejército Británico. A la larga esta cifra se elevaría a 45 batallones, de manera que se agregaría un 3er y un 4º batallón a cada uno de los 10 regimientos, e incluso un 5ª a los Regimientos de Fusileros Gurkha 1º, 2º y 9º. Un total de 250.280 Gurkhas sirvieron durante la Segunda Guerra Mundial en casi todos los teatros de operaciones. Además de mantener la paz en la India, combatieron en Siria, el Norte de África, Italia, Grecia y contra los japoneses en las selvas de Birmania, el noreste de India y Singapur. Lucharon con su habitual ferocidad y valentía obteniendo un total 2.734 medallas y condecoraciones al valor, causando aproximadamente unas 32.000 bajas al enemigo.


Cuenta Matthew Parker en su imprescindible "La Batalla de Monte Cassino" (2003) que los soldados nepalíes de los 3 batallones de Gurkhas integrados en la 4ª División India "habían recorrido un largo camino desde sus hogares para luchar por las democracias occidentales. Y no es que la democracia significase algo para ellos. En aquella época Nepal estaba casi completamente aislado del mundo exterior, era una autocracia feudal, rígidamente separada en castas y asolada por la pobreza, donde la educación estaba prohibida y existía un analfabetismo prácticamente total entre la población. Convertirse en soldado era el único camino para escapar de una vida que ha sido descrita como pobreza, privaciones, trabajos penosos y desesperación". Señala Parker que "en teoría todos los gurkhas era voluntarios, aunque en algunos casos los caciques de las aldeas sencillamente recibían órdenes para que todos los hombres en edad militar fueran enviados para ser alistados. Se reclutaban hombres de todas las edades: algunos de los que combatían en Italia probablemente no tenían más de quince (aunque a duras penas alguno de los nepalíes conocía el año de su nacimiento) y otros estaban en la cincuentena."


El escritor e historiador británico recoge en dicha obra varios testimonios de fusileros Gurkha que me parecen interesantes y que a continuación os reproduzco. Un veterano Gurkha contaba como se unió "al ejército por dinero y honor y por eso estaba contento cuando me alisté el 31 de octubre de 1939. Nadie me dijo que había empezado una guerra". Un año después, su comandante le informó de que había una guerra y que él estaba en camino para luchar en ella. Otro fusilero Gurkha, Jumparsard Gurung, relata el duro régimen en el campo de entrenamiento: "Nuestros suboficiales castigaban nuestros errores retorciéndonos las orejas o pegándonos. Empleaban un lenguaje soez. Teníamos que sacar brillo a los suelos cada mañana y eso significaba levantarnos en la oscuridad para tener todo listo cuando éramos llamados a formar a las 7,00 horas. La instrucción duraba hasta la 9,00 horas. Los oficiales británicos pasaban a nuestro lado cabalgando en sus caballos durante esta primera formación del día pero nunca nos dirigían la palabra. Nuestras comidas de la mañana eran de las 9,00 a las 10,00 horas y nunca había suficiente comida." Después recibían clase teórica hasta el mediodía. El entrenamiento físico y las prácticas de fusil ocupaban la tarde. Tras la cena limpiaban sus ropas y armas.


Kharkabahadur Thapa cuenta que se alistó "el 19 de noviembre de 1940 como niño soldado. Mi abuelo había sido soldado y me había enseñado a leer y escribir. Fui a Dehra Dun, donde me enseñaron los principios básicos de las transmisiones, después de una semana en el campamento de descanso donde se nos enseñó la disciplina elemental y teórica. Te enseñaban cómo debías comportarte, como reconocer al coronel y cómo responder a los suboficiales. Se nos dieron ropas y se nos enseñó como ponérnoslas. Nos daban leche diariamente para ayudarnos en nuestro crecimiento. Cada noche nos impartían conferencias. El entrenamiento de los niños duraba un año, pero después de 6 meses me sacaron de mi entrenamiento de niño y me hicieron recluta....Después de 6 meses de entrenamiento como recluta pasé a ser soldado..."

Quienes han visto pelear a los Gurkhas los consideran los mejores soldados de infantería que hay en el mundo. A su maestría en el combate cuerpo a cuerpo y en el manejo del kukri, unen una agilidad extraordinaria, un valor a toda prueba, una asombrosa sangre fría y una gran habilidad para sobrevivir en ambientes hostiles. También eran especialmente temidos por las tropas del Eje por su pericia en las emboscadas e infiltraciones nocturnas. Para que os hagáis idea de como se las gastaban estos tipos, os dejo a continuación una serie de testimonios e historias que he podido encontrar en algunos libros o navegando por la red:


Cuenta Jesús Hernández en su libro "Hechos Insólitos de la Segunda Guerra Mundial" (2005),  que en una ocasión, durante la campaña del Norte de África, un grupo de Gurkhas llevó a cabo con éxito un asalto a una posición alemana del Afrika Korps, en la que utilizaron su temidos cuchillos curvos, y que a buen seguro, fue una de las acciones armada menos costosas de la Segunda Guerra Mundial. El informe escrito que presentó posteriormente el oficial al mando del grupo así lo atestigua: "Bajas enemigas: diez muertos. Bajas propias: cero. Munición empleada: cero".

"En la batalla de Wadi Akarit, en Túnez- cuenta un corresponsalde guerra, cuyos datos ignoro, pues extraigo el testimonio de aquí -, tuve la horrible experiencia de seguir a los batallones de gurkhas en su ataque a una fortaleza. Ellos atacaron a media noche. Cuando llegué al lugar, por la mañana, oí risas y cantos. El espectáculo que me esperaba, sin embargo, no era para reir ni cantar. En dos esquinas de un amplio cuarto vi dos ordenadas y macabras pilas: una era de cabezas, la otra de cuerpos. Los gurkhas desayunaban su inevitable arroz con pescado y en cuanto me vieron me ofrecieron un plato. Parecían disciplinados chicos excursionistas. El único kukri que vi desenvainado servía para pelar papas".


Nuevamente Matthew Parker en "La Batalla de Monte Cassino" reproduce unas de las muchas historias que circulaban sobre estos feroces guerreros. Un oficial de la 78ª  División de Infantería Británica contaba en su diario: "Me encontré con algunos soldados gurkha que se estaban riendo alborotadamente. Cuando les pregunté cual era el chiste, uno que hablaba algo de inglés me explicó que estando de patrulla se encontraron tres alemanes dormidos en una trinchera. ¡Cortaron las cabezas de los hombres asomados pero dejaron al chaval del medio para que se llevase un susto de muerte cuando se despertara!".

Según leo aquí, otro soldado australiano contaba lo siguiente: "Cerca de Florencia vi como un pequeño gurkha despachaba a dos enormes alemanes que casi doblaban su estatura. Al parecer sin moverse esquivaba los golpes de bayoneta balanceando su kukri. De repente la hoja centelló en el aire y uno de los alemanes perdió la cabeza como por magia, decapitado de un golpe. Fue tan sorpresivo el movimiento, el cuerpo aún de pie empuñando el fusil con la bayoneta, sin cabeza, que yo, que corría a ayudar al gurkha, quedé paralizado. El efecto debió ser el mismo para el otro soldado alemán, pues cuando pude reaccionar y volver de mi estupor, el gurkha limpiaba tranquilamente su arma y otro cuerpo decapitado yacía entre la hojarasca que cubría el terreno." 


El general William Slim, comandante del Ejército Oriental Británico - entonces renombrado como XIV Ejército - cuenta en su libro "Defeat into Victory" (1959), sobre la campaña de Birmania"Una patrulla gurkha regresaba de una de sus incursiones y traían en una cesta las cabezas de tres japoneses, las cuales arrojaron sobre una mesa frente a mi, contando los pormenores de la acción. Luego me invitaron a comer de sus pescados que se encontraban en la misma cesta de la que habían sacado las cabezas".

A lo largo de su historia, muchos Gurkhas han sido condecorados con la Cruz Victoria (Victoria Cross o VC), la más alta de las condecoraciones británicas al valor frente al enemigo (aquí podéis ver un listado). A continuación os cuento las valerosas acciones de algunos fusileros Gurkhas durante la Segunda Guerra Mundial:


El capitán Netrabahadur Thapa (en la imagen), del 2º Batallón del 5º Regimiento de Fusileros Gurkhas (5th Royal Gurkha Rifles), recibió la Cruz Victoria por sus acciones en Bishenpur (India) los días 25-26 de junio de 1944. Al mando de una posición defensiva en una colina, que estaba siendo fuertemente atacada por los japoneses, recibió la orden de defenderla hasta la última bala y el último hombre. Infundidos del coraje mostrado por su oficial, sus hombres, aguantaron los ataques japoneses y consiguieron rechazarlos una y otra vez, pero sufrieron grandes bajas, debiendo solicitar refuerzos y más municiones. Pese a los refuerzos llegados horas más tarde, las bajas continuaban aumentando, y Thapa, distribuyó el mismo las municiones entre sus hombres y encabezó un contraataque con granadas y kukris, que desbarató el ataque nipón. Fue encontrado muerto con su kukri clavado en la cabeza de un soldado japonés.


Otro fusilero Gurkha, Ganju Lama, del 1er Batallón del 7º Regimiento de Fusileros Gurkhas (7th Gurkha Rifles), también obtuvo la Cruz Victoria por sus acciones en Ningthoukhong (India) el 12 de junio de 1944. Su compañía trataba de detener el avance enemigo, cuando se vieron atacados por tanques japoneses. Sin importarle su propia vida y pese al fuego de las ametralladoras y cañones de los blindados nipones, cogió su PIAT (arma antitanque portátil) y logró arrastrarse hasta unos 28 metros de distancia de dos tanques enemigos, dejándolos fuera de combate. Pese a tener su muñeca izquierda rota, un balazo en la mano derecha y otro en una pierna, aún tuvo tiempo de acabar con los tripulantes de los carros de combate que trataban de escapar.


Bhanbhagta Gurung del 3er Batallón del 2º Regimiento de Fusileros Gurkhas (2nd Gurkha Rifles) también ganó la Cruz Victoria el 5 de marzo de 1945 en Tamandu (Birmania). Su unidad estaba bajo el fuego de un francotirador japonés que estaba causando numerosas bajas. Como desde su posición, estando tumbado en el suelo, no era posible disparar al francotirador, Gurung se levantó tranquilamente, y pese a estar expuesto a los disparos del enemigo, apuntó y acabó con el soldado japonés. Su sección avanzó de nuevo y se vio otra vez bajo un intenso fuego enemigo. Sin esperar órdenes, atacó una trinchera  lanzando dos granadas y matando a dos japoneses.

A continuación se abalanzó sobre la siguiente posición nipona y mató con su bayoneta a sus defensores. Despejó otros dos pozos de tirador con su bayoneta y granadas. Durante todo ese tiempo estuvo expuesto al fuego de una ametralladora que le disparaba desde un búnker, sobre el que avanzó nuevamente y también dejó fuera de combate: se subió sobre el techo del fortín y como ya no tenía granadas, lanzó dos bombas de humo por la abertura del búnker, matando con su kukri a dos soldados nipones que salieron del mismo. Entonces entró en el fortín y acabó con el resto de japoneses allí existentes. Seguidamente ordenó a otros tres hombres que tomaran posiciones en el búnker y rechazaron el contraataque nipón causando serias bajas al enemigo.


Por último, Lachhiman Gurung (en la foto superior), del 4º Batallón, 8º Regimiento de Fusileros Gurkhas (8th Gurkha Rifles), también consiguió la Cruz Victoria por sus heroicas acciones el 12/13 de mayo de 1945 en Taungdaw (Birmania), cuando más de 200 japoneses atacaron sus posiciones, recayendo la peor parte del asalto sobre la trinchera de Gurung. Una granada cayó en el borde de su trinchera, el fusilero rápidamente la cogió y la arrojó contra el enemigo. Casi de inmediato le lanzaron otra granada. Esta cayó justamente en el interior de la trinchera y de nuevo la recogió y la lanzó hacia los japoneses. Una tercera granada aterrizó justo en frente de la trinchera. El nepalí trató de lanzarla nuevamente, pero esta le explotó en la mano volándole los dedos, destrozando su brazo derecho, y dejándolo gravemente herido el rostro y la pierna derecha.


En ese momento los soldados japoneses salieron de sus escondites gritando y vociferando, corriendo para tomar la trinchera. Viendo que sus dos compañeros yacían heridos, el fusilero sacó su kukri, lo clavó en el suelo delante de su trinchera y gritó: "¡Hoy nadie va a pasar aquí!''. Cogió su rifle y durante 4 horas estuvo disparando y cargando el arma con su mano izquierda, rechazando los ataques nipones y causándoles  numerosas bajas. Los testimonios posteriores de sus compañeros heridos, dicen que le oían gritar repetidamente: "¡Ven a luchar contra un Gurkha!" A la mañana siguiente, el recuento de los enemigos muertos ascendía a 87, de los cuales 31 estaban frente a la trinchera de Gurung. Según dicen, cuando llegaron los sanitarios, él se encontraba aparentemente tranquilo y relajado, y solo se quejaba de la gran cantidad de mosquitos que revoloteaban alrededor de sus graves heridas. 

2 comentarios:

joseba dijo...

Joder cabrón, esto parece una tesis doctoral.Si no me pongo de fondo la canción de AIC ,me quedo frito.

charlie furilo dijo...

@joseba: jajajaja!!!...yo también te quiero...